Primer día sin Localia

Entre mis rutinas favoritas y más en una jornada como ésta, día internacional de la vagancia está la de apoltronarme en el sofá y, armado de mando a distancia, pasearme por todos los canales digitales y analógicos posibles sin dedicarle más de dos minutos seguidos a cada uno de ellos.




Actuar así cuando estás acompañado en el salón conlleva por lo general dos tipos de desenlace de los que no suelo quejarme demasiado. Uno: te acaban dejando solo. Dos: te acaban echando a tí, en cuyo caso usas el tiempo para actividades en la mayoría de los casos bastante más provechosas.

Hasta el segundo barrido automático de hoy no me he percatado de que le empezaba a faltar algo a mi maniática rutina: ¿dónde estaba Localia? No, no era la presunta resaca de nochevieja la culpable de lo que pasaba, ni tampoco mi vieja tele, que a veces te sirve los canales a la carta como si fuera un veterano camarero desmotivado.



No era ningún despiste ni tampoco ningún accidente, no. Faltaba Localia porque Localia ya no está. Caigo en la cuenta y entonces recuerdo cómo a mitad de noviembre le pusieron fecha de caducidad: el 31 de diciembre de 2008, finito. Hoy es uno de enero de 2009, ergo...

No sé finalmente a cuántos de mis compañeros les habrá afectado el cierre de Localia en toda España hasta quedarse directamente sin trabajo y a merced de las prestacions del Inem. No sé cuántos son pero por aquí abajo me acuerdo de muchos de ellos como Inés, como Paco, como Juan Carlos....




Podría nombrar a otros muchos porque me he acordado de ellos al tiempo que la alegría producto de las copas de año nuevo se me iba borrando de la cara. Me preocupo. Y me preocupo seriamente. Y no sólo por la sensación de impotencia que produce constatar que no puedes hacer nada, no sólo por solidaridad... también por egoísmo.



Que algunos de nuestros compañeros de Localia se hayan quedado en la calle no es bueno en absoluto para quienes a fecha de hoy aún tenemos trabajo.

J.T.