jueves, 29 de enero de 2009

La búsqueda de Marta, en tuenti y youtube


- Rápido, rápido, crea un evento en el tuenti.

Fue lo primero que se les ocurrió a los amigos de Marta: carteles, sí; policía, sí; televisión, también... pero lo primero el tuenti.

Sin discusión.

El Tuenti, una red social de Internet, un instrumento inexistente cuando la joven sevillana Marta del Castillo entraba en la adolescencia, se convierte apenas tres años después en el primer medio al que sus amigos deciden recurrir para volcar su inquietud cuando constatan que la falta de noticias sobre ella empieza a ser mosqueante.



Así nos lo contaron en el barrio sevillano donde la ausencia de Marta, desaparecida en Sevilla el pasado sábado 24 de enero, tiene preocupados a todos los que la quieren. La asociación de vecinos se está planteando promover una manifestación, y el instrumento más útil para ello parece ser el tuenti, que ha tenido más de un millón de visitas al evento que sus amigos crearon hace sólo cinco días.
También a youtube han recurrido los allegados de Marta para difundir su imagen, y han colgado videos como éste.



En la búsqueda de Marta tras su desaparición juegan un papel muy importante las nuevas tecnologías: la policía se ha llevado su ordenador para estudiar el disco duro; que el móvil esté apagado o fuera de cobertura es un indicio que contribuye a aumentar la preocupación... móvil, internet, ordenador, tuenti, you tube... ese es el mundo de una chica de diecisiete años que en 2009 estudia cuarto de la Eso. Radicalmente diferente al de cualquiera que tuviera esa misma edad hace sólo ocho años.



Por desgracia, tanto artilugio megaguai no ayuda de momento a despejar la incógnita de la desaparición de Marta. Puede que sean instrumentos válidos, no digo que no. Pero las incertidumbres, los miedos y las sospechas continúan rigiéndose por los mismos códigos que si estuviéramos en la edad de piedra. No en vano el teatro de Shakespeare, que se ocupa de las pasiones humanas, sigue tan vigente hoy como cuando fue escrito hace ya cinco siglos.



J.T.

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