jueves, 28 de enero de 2010

Apuntes de periodismo, 5. Contarlo o no contarlo

¿Se debe revelar, si se conoce, la identidad de un paciente trasplantado de cara?

Eso es delito, Juan , me decía Alfredo Martínez cuando le pregunté qué le parecía que Diario de Sevilla hubiera dado detalles de la primera persona que recibe en Andalucía una intervención de este tipo.

Yo no pienso contarlo, apostillaba Paz Mediavilla, mientras lo comentábamos con Taite, jefa de prensa de la consejería andaluza de salud, que nos anticipó que el hospital virgen del rocío tiene la intención de actuar judicialmente contra quienes revelen datos que atenten a la privacidad tanto de la persona trasplantada como del donante.

Pues a mi me han mandado al pueblo que aparece en la información del diario para grabar ya unas imágeneses, comentaba Rocío Martínez.

Una vez más nos encontramos ante el eterno dilema. ¿Debe un periodista guardarse una información que conoce? ¿Es éste un debate profesional, ético o judicial?

El doctor Tomás Gómez, jefe del equipo que ha realizado este 27 de enero en el hospital Virgen del Rocío el primer trasplante de cara en Andalucía y el noveno en el mundo

Porque si el debate acaba siendo judicial, y a tenor de lo ocurrido recientemente con dos periodistas de la Ser a propósito de la publicación en Internet de una lista de afiliados al PP –como se sabe han sido condenados y hasta el fiscal general del Estado ha dado la razón en parte al juez que firma el auto- si la solución de este tipo de dilemas, digo, es recurrir a las togas entonces… que el señor nos pille confesaos

Os cuento mi postura: Si creo que tengo que darlo, lo daré, sin más limitaciones que mi sentido profesional de la utilidad de esa información. Soy yo quien decide si los datos que manejo para elaborar una información aportan algo o no a la historia que finalmente cuento y divulgo.

Quien permite que yo conozca algo que no debería conocer según él pero a pesar de todo me lo cuenta, se expone inmediatamente a que eso sea conocido si mi criterio me lleva a publicarlo. Porque su obligación es intentar impedirme que yo lo conozca y la mía, él lo sabe, es publicar aquello que he conseguido saber.

¿La ley? Pues claro que hay que cumplirla. Pero se supone que yo ya la conozco y que ejerzo mi trabajo con sentido de la responsabilidad ¿o no se supone?. ¿Delito dar un nombre? Pero por favor, ¿de qué estamos hablando? Otra cosa es que, conociéndolo yo, decida no publicarlo.

Creo que la consejería de salud hace mal con amenazar y aún peor si finalmente lleva a los tribunales el asunto. Recurrir al juzgado, por muy en desacuerdo que se esté con el ejercicio de la libertad de expresión, es pan para hoy y hambre para mañana en materia de libertades en general. Y los políticos que hoy recurren a eso corren el riesgo de probar más pronto que tarde su propia medicina.


J.T.

lunes, 25 de enero de 2010

Arenas y la cadena perpetua

Una de las primeras cosas que me enseñaron en periodismo es a no buscar testimonios con el micrófono abierto cuando el asunto del que te toca hablar está aún "en caliente".

Las opiniones de un transeúnte exaltado en el lugar donde ha habido un atentado, o las de un ciudadano cualquiera indignado con un crimen de violencia de género por ejemplo, no parten de la deseable serenidad de ánimo para reflexionar sobre lo que se está diciendo.

Resaltar los exabruptos de un propio con la vena hinchada y lanzando espumarajos por la boca no aporta nada a la historia que queremos contar aunque eso sí documenta, qué duda cabe, un estado de ánimo.

Ahora bien, que un político demócrata se mueva en ese registro a mí me pone los pelos de punta. Y si ese político se llama Javier, se apellida Arenas y ha sido vicepresidente del gobierno de España directamente me hiela la sangre.

Javier Arenas, actual presidente el PP andaluz

Lo pensaba así este domingo tras escuchar a Arenas abogar por abrir el debate sobre la cadena perpetua al hilo del primer aniversario de la desaparición de la joven Marta del Castillo.

Miguel Carcaño, presunto asesino de Marta del Castillo

No he podido evitar asociar las declaraciones de Arenas con esos alegatos a favor de la pena de muerte que cualquier ciudadano suelta -y muchos medios emiten- cuando, a propósito de un crimen recién cometido, le dan la oportunidad de opinar.

¿De verdad que un político por muy de derechas que sea debe instigar este tipo de declaraciones que cuestionan nuestra trabajada legislación vigente? ¿Es en la vertiente xenófoba y revanchista que buena parte del electorado tiene donde se deben buscar los votos? ¿Madre mía, qué miedo!

J.T.

jueves, 7 de enero de 2010

Manuel Falces

Ya me ha dado el "Obituario" de El País el primer sobresalto del año: mi admirado Manuel Falces nos ha dejado.

Cuando hace unos meses supe que el ayuntamiento de Almería había decidido homenajearlo ya me mosqueé. ¡Un homenaje a los cincuenta y siete años! ¡uf! Mala cosa. Luego vi su foto con el alcalde Rodríguez Comendador, esta foto de José Juan Mullor -Falces es el de la derecha, sin gafas-, y ya me temí lo peor. Hacía dos años que no lo veía y su aspecto había dado un cambio radical.


Desde que éramos niños en aquella Almería en blanco y negro de los sesenta, Falces ya apuntaba maneras de genio. Pocos años más tarde sus fotos no tardaron en convertirse en lecciones permanentes de creación, búsqueda, innovación... Manolo siempre fue, en materia de fotografía, un investigador osado que consiguió hacerse un respetable hueco en el mundillo más vanguardista sin tener que abandonar nunca nuestra querida tierra.

Desde Almería tuvo Falces durante muchos años una página en el dominical de El País, iba y venía a Madrid para dar clases en la universidad de técnica y estética de la fotografía, publicaba libros vanguardistas, impulsó el Centro Andaluz de Fotografía, viajaba por todo el mundo para promover exposiciones e impartir conferencias...




Tres trabajos fotográficos de Manuel Falces

Con nuestros comunes amigos Miguel Ángel Urquiza, Carlos Santos o José Manuel Pérez Tornero compartíamos inquietudes y curiosidades junto a Falces desde nuestros tiempos universitarios. Algunos trabajos suyos llegaron a aparecer en revistas de estudiante en las que volcábamos nuestras ganas de experimentar y aprender todo lo posible.

Siempre se mostró Falces muy respetuoso con las trayectorias profesionales de quienes nos abríamos camino fuera de la tierra. Entre muchos de mis proyectos-sueños pendientes estuvo en cierto momento la posibilidad de trabajar junto a él en alguna historia común si es que me hubiera atrevido a quedarme en Almería cuando hice el amago de regresar.

A lo de volver algún día a Almería para quedarme continúo dándole vueltas. En cuanto a lo de trabajar junto a Manolo en algún proyecto común, hasta esta misma mañana no había perdido la esperanza de conseguirlo.

J.T.