miércoles, 19 de noviembre de 2008

La decisión de Raquel

Le gustaba aquel marroquí que trabajaba en el invernadero de su padre. Guapo, todo fibra, alto, veintidós años, educado...

Le gustaba verlo quitarse la camiseta cuando el calor bajo los plásticos se hacía insoportable. El sudor... le gustaba verlo sudar. Le gustaba imaginárselo en la ducha...



Puro morbo, quinceañeras fantasías en toda regla que Raquel compartía con sus compañeras de cuarto de la Eso en un instituto del poniente almeriense.
Pero quien lo tenía a tiro era ella. Le gustaba oirlo hablar en francés, en árabe, incluso haciendo sus primeros pinitos en castellano, que ella le corregía divertida y encantada.


Su padre, con dinero y sin estudios quería que Raquel llegara a la universidad y pudiera relacionarse un día con gente más interesante que los chicos del pueblo en el que vivían. Pero para ella el más interesante de los posibles estaba ya a su lado. Impensable aspirar a que su padre pudiera entenderlo.

Cuando le confirmaron el embarazo tomó la última decisión de su vida.
La autopsia sólo reveló datos técnicos.

Sus sentimientos se quedaron con ella para siempre.
J.T.

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