Invita ayer jueves el presidente andaluz a comer a los barandas de las cinco cajas de la comunidad autónoma y nos cuenta luego que lo ha hecho para "apretarles las tuercas": vamos, que se enrrollen a la voz de ya y otorguen créditos de una puñetera vez.
Los de las cajas se hacen los remolones mientras dan cuenta del suculento menú y se ponen en plan doncella remilgona: sí, pero no.
Y en esas estamos todos: las empresas cierran porque los grifos no se abren y los grifos no se abren porque las empresas cierran.
Coartada: "es que administramos -argumentan los cajeros- un dinero que no es nuestro, no podemos arriesgar los ahorros de los impositores". Y digo yo: igual que hace un año, ¿no? ¿por qué tanta alegría hasta entonces y ahora tanto remilgo?
Ayer, mientras nos vendían la moto, yo me sentía completamente perdido en este laberinto.
Sobre todo cuando constataba que, de los cinco gurús que estaban en las escaleras de la sede de la presidencia de la Junta haciéndose la foto con Chaves y Griñán, cuatro eran de la familia -algunos incluso prohombres del psoe andaluz durante muchos años- y el quinto un cura. Un cura que preside Cajasur, la caja de ahorros cordobesa. ¿Vosotros entendéis algo?. Yo tampoco.
J.T.
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