sábado, 7 de febrero de 2009

Carlos Pérez Siquier, maestro de fotógrafos


Va a cumplir ochenta años y se relaciona con la fotografía como si tuviera cincuenta menos, cuando puso Almería de moda en el mundo intelectual de nuestro país con publicaciones vanguardistas elaboradas a través de Afal (Agrupación fotográfica almeriense).


Veo muchas veces a Carlos Pérez Siquier por el paseo marítimo de Almería marcándose su dosis de caminata diaria para permanecer en forma y lo veo tan vivo como cuando, siendo yo un adolescente, él era ya todo un personaje, uno de los pocos almerienses que dejaban constancia de nuestra existencia fuera de los límites provinciales.




Pérez Siquier siempre fue un hombre carismático, un dandy, un artista atento e inquieto con una pasión básica en cuyo manejo era único: los colores de Almería, los colores del desierto, de sus calles, de sus casas... y del mar. Del mar azul y del cielo azul. Azul Siquier se le llamó siempre, como se han encargado estos días de recordar en la muestra de su obra inaugurada en el Centro Andaluz de Fotografía.




Siquier, tan moderno en todo, siempre receló de la fotografía digital. Y puede que lleve razón: cuando se digitaliza una diapositiva es altamente probable que los colores cambien. Y eso, en los azules a los que Siquier nos tenía acostumbrados en sus fotografías, esos azules calcados de los que siempre hemos disfrutado en directo los almerienses, es probable que nunca vuelva a ser lo mismo.

Si váis a Almería estos días no dejéis de visitar el CAF y podréis disfrutar de 50 imágenes dedicadas por Carlos al Parque Natural de Cabo de Gata. Cincuenta fotos realizadas en cincuenta años de trabajo del maestro acompañadas de poesías de 76 autores distintos entre los que se encuentran José Angel Valente, Villaespesa, Miguel Naveros, Joan Margarit o Luis Antonio de Villena.



J.T.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si señor, que cuando jugábamos a ser mayores con "Paquito" firmando ejecutables y nos doraban la píldora con la aportación imprescindible para la revolución de nuestra genuínidad, cosa cierta en vuestro caso queridos prestigiosos-colegas-benditos fuera-de-la-tierra-y-por-ello-dentro, él ya ejercitaba ese sereno saber ser intemporal del hoy mismo en el que siempre está inserto. Acompañaremos nuestra admiración inoculándola, si nos es posible, a nuestro pupilaje. Maestro Siquier, sí señor