Así quedó bautizado -¿recordáis?- el episodio por el que un agricultor de la zona salió muerto del cuartel de la guardia civil del pueblo, en julio de 2005, tras haber entrado en él por su propio pie para pedir ayuda porque había discutido con una familia gitana.
Eran las fiestas del pueblo, Juan Martínez Galdeano, que así se llamaba el fallecido, había bebido y consumido droga, es cierto.
Pero tres años y medio después el Tribunal Supremo admite por fin que la muerte se produjo no por las drogas, sino porque el teniente responsable del puesto empleó para neutralizar un ataque de histeria de Galdeano -el campesino era fuerte y corpulento- una porra eléctrica prohibida por el reglamento.
Es decir, que el joven teniente José Manuel Rivas -veintinueve años tenía entonces- tuvo una responsabilidad directa en lo que sucedió. Pues bien: aún admitiendo esto, el TS reduce la pena de cárcel del condenado de quince meses a un año argumentando que el oficial carecía de antecedentes.
"La naturaleza de la imprudencia -añade el auto- dentro de la calificación de temeraria no se manifestó con especial intensidad". ¡Ea!¡ Ahí queda eso! Sólo murió el agredido, pero total...
Leonardo Montoya, portavoz de la familia Galdeano, ha recurrido a un refrán de la tierra para definir a su manera tanto despropósito: "La honradez era verde y se la comió un burro".
Dos de los siete guardias civiles a las órdenes de Rivas en aquellos hechos han sido simplemente multados por haber lesionado al agricultor. Los otros cinco han quedado absueltos.
J.T.
1 comentario:
Caso Almería, Caso Roquetas, Caso Yakolew... casi treinta años de rodaje; alguna vez Justicia será tuerta, ya que ciega, imposible?
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