Lo más grave de la crisis no es que cierren las empresas a las que les va mal. Lo más grave, y en Andalucía está pasando como también en tantos otros sitios, es que se están cerrando empresas que ganan dinero.
Se trata sobre todo de empresas pequeñas y medianas, hartas de lidiar con inconvenientes fiscales, laborales, financieros y administrativos. Hartos de oir que viene el lobo. Hartos de burbujas, de amenazas de burbujas... Porque en estos tiempos, queridos amigos, ya no viene el lobo: lo que viene es la burbuja, ya sea inmobiliaria, financiera o mediopensionista.
Algunas empresas grandes a las que les va bien lo que están haciendo es cerrar por trozos: hacen números y miran cómo exprimir aún más el limón, pero con menos gente y menos gastos. Lo de siempre pero a lo bestia y sin anestesia.
La crisis está siendo una excelente coartada para mucho desaprensivo que se está sacudiendo personal y medios que no sólo no le molestaban sino que además le eran muy útiles. Pero aligeran peso por si acaso.
En Andalucía habíamos dado un paso de gigante en lo últimos diez años. Un salto cualitativo importante que ahora empieza a estar en peligro. El millón de parados en la comunidad es una cifra que sobrevuela amenazante sobre los más de setecientos mil que hay ya en la actualidad.
Vivir al día es cada vez más una práctica de riesgo. A pesar de la que está cayendo, los expertos aconsejan procurarse un colchón financiero que ayude a resistir seis meses en caso de que vengan mal dadas. Según algunos estudios en Andalucía, y me temo que en el resto del país igual, el ciudadano de a pie se encuentra, en el mejor de los casos, a dos sueldos de la ruina.
J.T.
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