domingo, 28 de diciembre de 2008

La carne de periodista está cada vez más barata


Centenares de periodistas se han quedado este año sin trabajo y miles de "licenciados" en ciencias de la información, de la comunicación o de la madre que los parió han salido entre junio y septiembre de las facultades con sus flamantes títulos bajo el brazo de sus carnes veinteañeras dispuestos a comerse el mundo por mil euros mal contados al mes, y esto en el mejor de los casos.

Así ha pasado en 2008 y así viene ocurriendo desde hace más de quince años. Los periódicos, las revistas, las radios, las televisiones no pueden absorber tanto licenciado nuevo como vomitan las facultades y sus dueños -los de los medios- se frotan cada vez mejor las manos ante la perspectiva de tanta carne fresca dispuesta a trabajar aunque sea pagando.




Conclusión: en virtud de la incontestable ley de la oferta y la demanda, la carne de periodista cada vez es más barata y las posibilidades de encontrar trabajo también.



Hasta en el sacrosanto "El País" están liquidando a sus seniors. Los gratuitos, las revistas semanales, las televisiones locales -Localia echa el cierre el próximo miércoles- están finiquitando buena parte de su capital humano. El sangrante "Ere" de Televisión Española ha dejado en la cuneta a profesionales con cincuenta años prácticamente recién cumpidos. Currantes que se quedan tirados cuando aún les queda mecha, mínimo, para otros quince o veinte tacos de almanaque. Años que sin duda podrían ser muy fecundos y enriquecerían las informaciones con la experiencia acumulada.

No importa: las cuentas son que con el sueldo de cada vaca sagrada se paga media docena de becarios o de contratados en prácticas y todavía sobra dinero.

¿Que de las facultades no salen preparados? No importa: ya arreglaremos eso. ¿Que una buena parte de los licenciados carecen de poso cultural? Da igual: con que sepan lo de las cinco dobles uves -quién, qué, dónde, cuándo y por qué- ya tienen bastante. Les ataremos corto y punto.

Este es el resumen de 2008 para la profesión periodística, un oficio al que la proliferación de facultades universitarias ha prostituido y desviado de su esencia básica, de su condición fundamental que es tener cultura, vocación, ganas de batirse el cobre y de patearse la calle cada día para contar en cada entrega la mejor historia posible. Lo demás son pamplinas.



Con lo de las facultades de periodismo pasará como con el ladrillo: algún día estallará la burbuja y habrá que recomponerlo todo.



J.T.

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