El episodio de hoy transcurre a las afueras de Jaén, en el albergue municipal. Centenares de inmigrantes, la mayoría africanos de raza negra, se agolpan a las puertas del centro a la hora de la comida.
Esperan su vale, se pelean por entrar. Hace un frío terrible y buscan calor. Sólo hay plaza para que duerman doscientos, pero buena parte de los que duermen en la calle también comen dentro. Comen y se calientan.
Vienen de trabajar en la fruta en Lleida, como el año pasado, siguen la ruta de las cosechas, pero este año aquí no hay trabajo. El paro ha devuelto a los de la tierra de nuevo al campo y los inmigrantes se han quedado compuestos y sin peonadas. Con la maleta de un lado a otro deambulan entre las estaciones de autobuses de Úbeda y Jaén y dejan pasar los días sin acabar de asumir que se tendrán que ir por donde han venido.
- El año pasado los jefes nos buscaban por todas partes y no encontraban toda la mano de obra que necesitaban. Este año los buscamos nosotros a ellos y nos ignoran -nos dice un amigo senegalés que en poco más dos años aquí utiliza ya el castellano con una soltura envidiable.
Mientras los políticos abordan el asunto declarando vaguedades, escenas como éstas cada vez son más frecuentes en muchos lugares de Andalucía: Inmigrantes vagando inactivos a la busca de algo caliente, sin trabajo y sin expectativas.
Ayer lo vivimos en el Poniente almeriense, hoy aquí...
Con Rosalía, con David Vilches, con Alberto lo comentamos: "El día que a éstos se le hinchen las narices..."
J.T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario