miércoles, 6 de octubre de 2010

Trabajar en televisión es trabajar en equipo


El ínclito Umbral siempre lo reconoció: me dedico a escribir porque no sé trabajar en equipo, decía.

Trabajar en televisión es la mayor cura de humildad para un escritor, para un periodista. Formas parte de un equipo para contar, entre todos, una historia. Y eres sólo una pieza más, ni más ni menos importante que las demás.

Y esas “demás” piezas son: el operador de cámara, el responsable del sonido, el realizador, el productor, el regidor, el conductor, los responsables de vestuario y maquillaje, el montador, el equipo de posproducción… Nadie sobra en un programa en directo.

Y si se trata de rodar en la calle y luego montar un video, aunque los equipos vean cada vez más reducido el número de sus integrantes, el “yo me lo guiso yo me lo como” está peleado con la calidad del resultado final y con el sentido común por mucho que avancen los medios técnicos, que avanzan. Así que lo lógico en televisión es trabajar en equipo y eso implica convivencia.

La convivencia entre los miembros de un equipo de televisión que se dedica a los reportajes y a las coberturas en la calle pura y dura llega a ser mayor que la que cada uno de los miembros de ese equipo mantiene con sus respectivas familias.

El autista, el poco sociable, el que se cree más que el otro en un equipo de rodaje lo tiene crudo para saborear la oportunidad que vive y no contribuye a generar el buen ambiente que, en un trabajo tan “pringao”, acaba siendo lo único que compensa.


La esencia de este trabajo, no me cansaré de decirlo, es disfrutarlo mientras se hace. Y sólo divirtiéndose se pueden compensar los muchos inconvenientes que tiene.

Salimos de nuestra casa y no sabemos cuándo vamos a volver, imposible organizar horas libres durante un día de trabajo. ¿Quedar con alguien para comer a mediodía? Mejor nos olvidamos. ¿Conciliar? ¡Ja!

El trabajo de un equipo de televisión genera amistades o enemistades eternas entre sus miembros. Difíciles los términos medios. Luego, cuando llegas a la tele, las funciones que realizan el resto de compañeros te recuerdan que estás en un engranaje donde todos son necesarios.

El resultado de un trabajo en televisión equivaldrá a la competencia del menos preparado del grupo, suele decir un compañero con quien yo no estoy del todo de acuerdo en esto. Pero algo hay. Porque si en un plató todo funciona pero la iluminación o el sonido por ejemplo, son malos, el resultado final estará por debajo de lo deseable.

Demasiados condicionantes para quien no tenga paciencia. Así que “Umbrales” todos que pululáis por las teles: dedicaos a lo vuestro, majos: a escribir y a dejar en paz a esos técnicos a los que acostumbráis a mirar por encima del hombro o ni eso porque para muchos de vosotros, y sé de lo que hablo porque os he visto, los técnicos son literalmente transparentes.

Termino con una humilde recomendación a los que estáis empezando en esto. No lo olvidéis nunca: trabajar en televisión es trabajar en equipo.

Y eso implica, como en cualquier convivencia negociar, ceder, tolerar, reconocer las equivocaciones, pedir disculpas cuando es necesario, buscar los puntos en común y no darle importancia a las diferencias. En resumen: nada de soberbias y mucha humildad.

Cuando se asimila esto, el trabajo suele ser un placer y el resultado, un gusto.


J.T.

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