martes, 26 de octubre de 2010

A favor de Pérez Reverte


Estoy que no doy crédito. Políticos respetados y respetables poniendo a parir al colega Pérez Reverte porque éste, en el entorno de una red social donde la norma es la espontaneidad, donde el desahogo es el denominador común y donde ni el más timorato se plantea cogérsela con papel de fumar, ha osado decir lo que piensa sobre un episodio cuya categoría a mi juicio no trasciende de la mera anécdota.

¿De verdad que un ministro llore o no cuando deja el cargo puede ser tan trascendental? ¿De verdad que a lo que piensa un ciudadano, sea escritor o guarda forestal sobre ese humano lloriqueo, hay que darle tanta importancia?

Repito: Estoy que no me lo puedo creer. Sobre todo porque mi llegada a twitter (me di de alta el pasado sábado por la noche) coincidió justamente con el comienzo de la polémica. Entre los primeros comentarios que leí este fin de semana, la mayoría estaban dedicados a poner a parir a Arturo. Lo llamaban literalmente hijo deputa, chulo, sobrao, hacían miles de chistes sobre él, así que me fui a su perfil para investigar qué puñeta estaba pasando.

Entonces supe que la cosa iba de mosqueo porque mi querido colega le había afeado a Moratinos llorar en el momento en que abandonaba su amada cartera de ministro de Asuntos Exteriores. O sea: Arturo en estado puro. El que conocemos todos. Hace treinta años que le oigo decir ese tipo de cosas y otras mucho más gordas. A él y a sus contertulios, entre los que me conté en otros tiempos.

Se las he oído y se las he visto escritas sin que nadie se rasgue nunca las vestiduras como ha sucedido esta vez. ¿A qué viene pues  esta campaña? Reseñas en la prensa, en los informativos de televisión, tertulias de radio y tele dedicadas al asunto... A mí, la verdad, toda esta unanimidad me parece sospechosa, traída por los pelos y poco pertinente, es decir, impertinente.

Como sé que a Arturo le va la marcha, seguramente todo este ruido se la bufará.

Pero ante un asunto así hay que tomar partido.

Así que me pongo clara y firmemente del lado de mi antiguo compañero de batallas y enfrente de quienes parecen estar siempre con la escopeta cargada a ver cuándo le dan. ¡Ay, la envidia! Esta vez han sacado los pies exageradamente del tiesto. Porque la cosa no es para montar la que han montado ni mucho menos. Se pongan como se pongan. A menos que haya algún tipo de gato encerrado.

J.T.

2 comentarios:

ElCordónDeMiCorpiño dijo...

Pues pa mi que ha meado fuera del tiesto, y se ha pasado de "macho" esta vez; y, aunque a veces me desorienta, eso que la mayoría de las veces, no siempre, coincido con sus pareceres, y me encanta cómo los cuenta en el XLSemanal, pero se le va el plumero, en demasía, por los "cojones", al ínclito Académico, que, a veces, honores mantenidos, obligan!

Juan Tortosa dijo...

Pero quizás convengas conmigo, querido cordoncito, en que la cosa no es ni para tanto bombo ni para tanta rasgada de vestiduras.