viernes, 20 de noviembre de 2009

No diga político, diga "previsible"

Lo pensaba el otro día durante una rueda de prensa en la que comparecían en Sevilla sindicatos, empresarios y consejera de economía andaluces: Previsibles, esa es la palabra.

No hay nada más previsible que un político o un representante institucional delante de un micrófono. Sea en un mitin, en una rueda de prensa o en una comparecencia de cualquier otro tipo, puedes escribir casi literalmente con antelación lo que van a soltar.

Representantes de la patronal, sindicatos y gobierno andaluz

Muy pocos se saltan el guión. Y no siempre les compensa. Porque los titulares, lamentablemente, los tienen garantizados, incluso cuando recurren a la técnica -extendidísima por cierto- del encefalograma plano.

Pero quien se moja, aunque suele arañar titulares por tan insólito proceder, al final acaba arañado él también por su osadía.

Que se lo pregunten si no a Manuel Cobo o a Ignasi Guardans, víctimas en los últimos días de su originalidad.

Manuel Cobo

Cobo, segundo de Ruiz Gallardón en la alcaldía de Madrid, dijo que algunas de las cosas que hacían los de Espe (Esperanza Aguirre, todavía presidenta de la Comunidad de Madrid) eran “de vómito”, consiguió así que titularan sus declaraciones a cuatro columnas en la primera página de El País, y acto seguido le endiñaron en su partido una maravillosa sanción por “bocazas”.

O que se lo digan si no a Ignasi Guardans, director general de cine, quien también en el El País pero algunos días después, concretamente el domingo pasado soltaba todo lo que muchos pensamos sobre los festivales de cine en España. Pues nada, por decir lo que siempre se desea pero nunca se espera de un político, algo aparentemente audaz pero sólo aparentemente, es decir, por no ser del todo “previsible”, ha tenido que envainársela y hasta pedir perdón “por las formas”.

Ignasi Guardans

Así que nada, chicos, colegas todos: nos toca continuar chupándonos interminables e infumables comparecencias de políticos que llenarán cientos de minutos de cinta grabada para no decir nada. Luego vamos nosotros y ese nada lo contamos adornado de más nada. Y así sucesivamente.

El día que tras soltar cosas insulsas en una convocatoria se encuentren sin nadie, el día en que vayan mendigando un total por las esquinas en lugar de escudarse en sus jefes de prensa para eludir micrófonos “amenazantes”, ese día otro gallo nos cantará.

A nosotros y a ellos, que a lo mejor deciden trabajar un poco para tener algo interesante que decir.

J.T.

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