domingo, 21 de noviembre de 2010

El privilegio de grabar “un mudo”


Mis amigos los cámaras no lo saben, pero son unos privilegiados: entran donde todo el mundo quiere entrar, ven lo que todo el mundo quiere ver… Alguien podría decirnos a los plumillas que nosotros también, que para eso vamos con ellos.

Pues no.

Hay un terreno que nos está especialmente vedado a los periodistas y en el que los cámaras tienen carta blanca: son los llamados “mudos”.

Para quien no lo sepa, un “mudo” es una especie de “posado” que suele tener lugar durante el comienzo de un encuentro político: una entrevista, una mesa de negociación, una asamblea o un encuentro entre distintos representantes políticos o sociales que puede oscilar de un nivel puramente local hasta las de carácter internacional más trascendentales (Otan, Unión Europea, G20…)

Un mudo es ese momento en el que los reunidos, antes de entrar en harina y ya en el lugar del encuentro, aceptan un pequeño “tiempo muerto” (muy pequeño a veces) para que los cámaras inmortalicen el instante.

Los cámaras. Porque los periodistas se quedan fuera.

Y ese es el “momento privilegio” al que me refería al principio.

Porque, conscientes de que se trata de imagen sin sonido, hay siempre entre los fotografiados alguien que se relaja y deja caer comentarios verdaderamente sabrosos que nunca trascenderán.

Son ya decenios el tiempo que llevo diciéndome que tengo un día que hacerme pasar por cámara para vivir uno de esos momentos.

Mi vocación de “chafardero indomable” no me va a permitir jubilarme sin ser testigo de esas indiscreciones, de esos comentarios que los políticos sueltan relajadamente porque, para ellos, el cámara sólo es un mueble más.

Transparente, invisible, con la cámara al hombro y el ojo en el visor, oyes más cosas que si fueras la secretaria o el chófer. Y eso es un verdadero privilegio.

A algunas ex-secretarias y también a algún que otro ex-chófer les está permitiendo hacerse de oro escribiendo sus memorias.

J.T.

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