martes, 11 de mayo de 2010

Corrupción. La cara no es el espejo del alma



He visto de cerca muchos alcaldes, concejales, constructores, artistas, políticos o abogados acusados de corrupción. He escuchado sus argumentos cuando se defendían. He disfrutado de su humor y soportado su malhumor, los he visto taparse la cara con todo tipo de prendas para evitar salir en las fotos o aparecer a pecho descubierto cuando han concluido que, total, de perdidos al rio.

Los/las he visto con sus hijos, con sus parejas... unas veces entre llantos, otras pletóricos, otras cabizbajos... Los he visto trajeados y de trapillo... con esposas (de las que te sujetan las muñecas), o tan campantes tras soltar fianzas siderales... los he visto en sus cuatro por cuatro poco antes de ser detenidos y horas después en furgones camino del trullo...


He hablado con sus representantes legales y con ellos mismos muchas veces. Y todos, todos... son humanos. No tienen cara de corruptos, no tienen cara de ladrones, no tienen cara de habérselo llevado crudo entre pleno y pleno del ayuntamiento, entre procesión y procesión presidida junto al cura en las fiestas del municipio, entre mitin y mitin en los que pedían el voto a miles de incautos embaucados por su verborrea o directamente por su cara dura...

Cuesta creer que sea verdad lo que los fiscales les imputan. ¿Es posible que hayan tenido la poca vergüenza de la que los acusan? Ya me lo advirtió un buen día de 1982 mi amigo Paco Pérez Abellán cuando fui por primera vez a la cárcel de Carabanchel a entrevistar a un violador y a un asesino.

- Los malos, Juan, no tienen cara de malos


J.T.

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