He visto lágrimas en el teatro Lope de Vega cuando despegaba, perdón, arrancaba el primer convoy del primer metro de la historia de Andalucía.
He visto emoción, pañuelos en las manos y gafas empañadas. Puedo imaginarme lo que pensaban muchos de los que asistían a la inauguración oficial del metro de Sevilla.
Muchos padres lloran cuando ven nacer a sus hijos. Y esto de Sevilla la verdad es que ha sido un auténtico parto: 35 años de embarazo.
Entiendo la emoción. He tenido el honor de ser testigo privilegiado de este acontecimiento en directo. No lo olvidaré nunca. Hoy no es día de pegas. Hoy es día de alegrías tras la festiva inauguración de ayer.
Enhorabuena a todos los que no cejaron en el empeño a pesar de los millones de zancadillas que tuvieron que sortear antes que llegara este histórico dos de abril de dos mil nueve.
J.T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario