martes, 22 de febrero de 2011

Los límites de la libertad de expresión


Que este blog pueda ser un espacio donde el autor se sienta plenamente libre dependerá del saldo de su cuenta corriente.

Porque si de lo que yo escriba o no escriba aquí depende mi sustento, me veré obligado a cogérmela, irremediablemente, con papel de fumar.

Desde mi condición de disponible laboral es un hecho indiscutible que he de tener cuidado con lo que escribo porque… ¿quién me dice a mí que para cuadrar las cuentas de casa no voy a necesitar de los buenos oficios de alguien que, desde mi juicio libre e independiente, se merecería un buen varapalo?

Esa es la incontestable verdad que coloniza la tan necesaria y difícil libertad de expresión.

El grado de libertad con el que nos expresamos es directamente proporcional a la tranquilidad que nos permite el saldo de nuestra cuenta corriente.


J.T.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El grado de libertad con el que nos expresamos es directamente proporcional al compromiso, la catadura moral y sobre todo a los principios del que habla o escribe. Y espero que muchos además de usted se den por aludidos...

Unknown dijo...

Creo que esta entrada es una manera bastante mediocre de justificar la falta de valentía y, quizás, una vida laboral basada en la sumisión y el conformismo.

También soy periodista y puedo decir orgulloso que he mandado a tomar por culo a algún jefe y a alguna institución que me pagaba, y aunque alguna vez he tragado, después de pelear mucho, alguna mierda que otra, no se me ocurriría censurarme en un blog personal.

Viva el periodismo del siglo XXI

Juan Tortosa dijo...

Estimados "Anónimo" y "Mala": Lo primero, gracias por tomarse la molestia de realizar sus comentarios. Lo segundo: Si se toman la molestia de consultar algunas entradas de este modesto blog a lo largo de su aún corta historia, podrán comprobar que suelo mojarme cada vez que viene a cuento. Algún que otro disgusto he tenido ya por ello y lo asumo encantado.
En cuanto a esta entrada sobre libertad de expresión, parece claro que no he sabido transmitir que se trataba de un simple ejercicio digamos literario sobre esas dudas más o menos razonables que a quien mas quien menos se le han pasado en algún momento por la cabeza cuando escribe. No se trataba, ni mucho menos, de un particular anuncio de intenciones ni tampoco de una renuncia personal a nada de lo que hasta ahora me ha caracterizado en la vida profesional y de lo que no me parece elegante, ni creo que venga cuento, presumir.
Por lo demás, si se trata de definir la valentía, valentía puede
ser perfectamente ser capaz de admitir una cierta falta de valentía. Y valentía, si ustedes me lo permiten y con el mayor de los respetos, es también no escudarse tras el anonimato cuando se pone a parir a alguien. Saludos cordiales

Anónimo dijo...

Juan Tal Vez: Nadie le ha puesto a parir ni a usted ni a ninguna otra persona, sólo se han dado opiniones. Y en cuanto al anonimato... Es gracioso que alguien que se hace llamar así -no conocía los apellidos Tal y Vez- exija identificación del resto de internautas... Bueno, en todo caso dejaré de ser anónimo para ser: Pepito Quizás. ¡Encantado!

Juan Tortosa dijo...

Ahí ha estado usted bien, señor Quizás