Los expertos están de capa caída. Recurrir a profesionales cuya autorizada opinión puede ser útil al espectador para ilustrar la información o la historia que se está contando, eso ya no se lleva en televisión.
Los gestores talibanes del recorte presupuestario y del ahorro de costes hace ya tiempo que descubrieron la eficacia del asalto callejero.
Para estos nuevos amos del discurrir informativo diario, que han desplazado y fagocitado sin remisión el papel de los redactores jefes, un buen propio convenientemente asaltado en plena calle Preciados madrileña, en la sevillana Plaza Nueva o el la Gran Vía de Bilbao es más eficaz en imagen que un experto pontificando tras la mesa de su despacho.
Un micrófono en la calle disparando al azar te resuelve en un plis plás media docena de totales. Y te ahorras tener que buscar a nadie, quedar con él, el tiempo que tardas en llegar y encontrar el lugar de la cita, aparcar, comprobar cómo está la luz, montar el trípode...
Y además con un poco de suerte que tengas en la calle, donde entras a saco y no hay que marear la perdiz ni escuchar una larga e inservible teórica del experto visitado, a poco que te esfuerces obtienes jugosas declaraciones apenas le pones el micro al primer friki con el que te encuentras.
Porque los "asaltados" suelen ser por lo general de dos tipos: los que te dicen a mi no me grabes y los que habían soñado con esos segundos de gloria toda su vida. ¿Esto cuándo sale? te preguntan tras opinar sobre el frío que hace, las rebajas, el precio de la gasolina o sobre ese estudio que asegura que quien tiene un iphone disfruta de mejor vida sexual que el resto de los humanos.
Expertos tan acosados en otras épocas, ya podéis dormir tranquilos, que cada vez os vamos a dar menos el coñazo.
Los equipos de televisión que salen a la calle no pueden emplear dos horas en que os dignéis atenderlos. En esas dos horas tienen que resolver una docena de canutazos, tirar cuatro planos, montar un vídeo y largarse a otra cobertura. Y si es posible, todo en media jornada con el cámara contratado en ese mismo momento y dado de alta y de baja el mismo día por un sueldo diez veces menor de lo que alguien como él cobraba ya hace diez años.
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