Jugaban en Palermo el pasado domingo doce de septiembre: partido de la liga de fútbol italiana que su equipo ganó gracias entre otros méritos a sus excelentes intervenciones como guardameta del Brescia.
A Matteo Sereni le metieron dos pero salvó cuatro balones que eran goles cantados. Finalmente el Brescia, su equipo, ganó 2-3 a domicilio y se llevó los tres puntos.
Proclamado héroe del partido, todos los focos fueron para él. Así que cuando lo estaban entrevistando en directo por la tele dijo algo así como puedo saludar y soltó lo siguiente:
“Dedico esta victoria a mis hijos, a los que no veo desde hace tiempo, y no por mi culpa”
Cuentan las crónicas que en ese instante Sereni, sin importarle si su reacción haría honor a su apellido o no, flaqueó y estuvo a punto de echarse a llorar. Su hijo Simone tiene nueve años y su hija Giorgia, cinco. Sereni, que tiene treinta y cinco, lleva separado desde 2009 y es uno de los cien mil italianos implicados en separaciones problemáticas.
Ser portero de fútbol y tener la tele a mano parece que no sólo sirve para besar a tu novia mientras ésta te entrevista tras convertirte en campeón del mundo: también puede ser útil para casos como el de Matteo Sereni, quizás menos fashion pero lo mismo de auténticos.
En este caso puede ser útil no sólo para el portero del Brescia, que consiguió mandarle un mensaje a sus hijos. La repercusión mediática de su gesto creo que puede servirle también a tantos hombres, mujeres y niños que como él, han sufrido y sufren las consecuencias de una separación sin que nadie, y mucho menos los jueces con sus controvertidas interpretaciones de leyes desfasadas, les haga ni puto caso.
J.T.
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