Se ha ganado a pulso que se lo soltemos pero se ha ido de rositas sin escucharlo.
El jefe del Estado Vaticano ha sido mucho más grosero y maleducado que el de Venezuela aquel famoso día, pero en este caso nadie se ha atrevido a pegarle a Ratzinger el corte que se merecía.
Como jefe de Estado que es, el mandamás de la iglesia católica se ha saltado durante la visita a nuestro país las más elementales normas de educación, cortesía y diplomacia que se le suponen a cualquier huésped que se precie.
Nos ha puesto a sus entregados anfitriones a caer de un burro, ha criticado nuestras democráticas y legítimas leyes y, a pesar de todo, tanto políticos como medios de comunicación no han parado de dorarle la píldora.
Nadie se ha atrevido a decirle "por qué no te callas" y además nos hemos gastado una pasta gansa en la, al parecer, inevitable parafernalia que acarrea este tipo de visitas.
Todo para que lo que pase a la historia sea el descarado rapapolvos que se ha permitido soltarnos sin cortarse un pelo: caña a la ley del aborto, estopa al matrimonio entre homosexuales y ni una sola palabra sobre los miles de imputados por pederastia que tiene entre sus huestes.
Una vez más, nos hemos portado como unos auténticos quijotes. Encima de cornudos, apaleados.
J.T.
La foto es de Andrés Ballesteros
2 comentarios:
Touché.
Como ya escribí: si será cabra (recuérdense las implicaciones gráfico-goyescas, por ejemplo, de su representación), el mú pope (ídem, herético-segregacionistas).
Para que luego me hablen de "los hermanos separados".
Que el cielo lo juzgue.
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