Antes que estallara la burbuja inmobiliaria ya sabíamos que lo que estaba ocurriendo en el mundo de la construcción era insostenible, pero parecía como si todos nos hubiéramos puesto de acuerdo para huir hacia adelante.
Urbanizaciones enteras construidas en la nada, ciudades dormitorio reproduciéndose por esporas, casas, pisos, apartamentos a granel allá donde quedara un solo centímetro cuadrado de suelo libre...
Crecían los precios por días, casi por horas, proliferaban los tratos en negro, los arquitectos y los notarios no daban abasto, los bancos repartían hipotecas a espuertas... ¿os acordáis?
Hasta que llegó el tsunami. Desconozco si existen datos claros y completos sobre la dimensión de la tragedia, pero con cifras o sin ellas, todos sabemos cuáles están siendo las consecuencias: GRAN RUINA.
La misma RUINA que hace ya algunos años se atisbaba en el mundo del periodismo y que, como comentamos mi amigo Boni y yo en esta tarde sevillana de febrero, parece que amenaza con estallar sin remedio.
Tengo escrito aquí que el periodismo es sólo un oficio, nada menos que un oficio. Tengo escrito aquí que para ser buen periodista no hace falta la facultad, sino una buena cultura previa. Tengo escrito aquí que lo que se necesita antes de decidir dedicarse a la información es formación.
Formación en cualquier facultad menos en la de Periodismo. Y después de haber estudiado con provecho Historia, Química, Derecho o Arquitectura por ejemplo, si se quiere ser periodista se cursa un máster. Para aprender las cuatro reglas del oficio. Suficiente.
Lo contrario es ruina. Cada año salen de las facultades españolas de periodismo diez veces más licenciados que los periodistas que pueden llegar a hacer falta.
Cada año, en consecuencia, la carne de periodista está mucho más barata mientras cada año también van escaseando las salidas posibles, las oportunidades y hasta los trabajos basura. Al tiempo aumentan los Eres, los recortes de plantilla, la explotación, la sumisión del currito superviviente y la inseguridad laboral.
Estamos en la burbuja periodística. Como ocurrió con la inmobiliaria, lo sabemos. Sabemos que la situación es insostenible. Sobran facultades, sobran licenciados, no hay sitios ya, ni sueldos dignos, ni horizontes halagüeños... Pero continuamos huyendo hacia adelante. Hasta que estalle.
J.T.
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