sábado, 30 de octubre de 2010

Creemos, propongamos, planifiquemos, resistamos…

Tratados y tratados se han escrito sobre lo importante que es la actitud para flotar mejor o peor en la vida. Sin embargo buena parte de los mortales no espabilamos.

La vida está llena de putadas, es verdad. De escollos, de contratiempos y de hijos de puta. Pero lo mismo para ti que para quienes deciden abrirse paso a codazos o a besos.

Lo que está claro es que no se puede ir ni de víctima ni de depre. Si la actitud es creativa, optimista, confiada, y sobre todo curranta, muy mal se nos tiene que dar para que la cosa no salga p’alante.

Venimos de una cultura familiar y social instalada, al menos mentalmente, en la tentación de dejar hacer, de esperar, de exigir a papá Estado que haga por nosotros lo que resolveríamos mucho antes nosotros solos poniéndonos a la tarea: a cualquier tarea.

Nos hemos cocido a fuego lento desde la infancia escuchando lo recomendable que es aspirar a una “colocación”, a un empleo seguro… Dentro de la mayoría de nosotros hay un funcionario en potencia. Eso nos frena, nos lastra, nos castra…

Porque es verdad que el funcionario, el de la colocación, mira la vida de una manera relativamente relajada, al menos en lo que a la supervivencia se refiere, pero conozco más deprimidos y “perjudicados” mentales entre quienes tienen su empleo asegurado que entre quienes se buscan la vida a salto de mata. Ergo… la tranquilidad laboral y la manteca periódica asegurada no parece que sean la solución.

Creo que para cualquier cosa que queramos hacer en la vida de la que estemos realmente convencidos -incluido tocarse los güevos- basta con que situemos con claridad el objetivo y nos pongamos a ello. La actitud. Es fundamental crear. Lo que sea, pero crear, hacer, proponer, planificar. Y ser constante, resistir.

No digo yo que con esta peculiar receta que se me ha ocurrido hoy esbozar aquí esté garantizado ningún tipo de éxito. Pero seguro que por lo menos, mientras se intenta, se divierte uno.

J.T.

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