miércoles, 8 de diciembre de 2010

Tertulianos

Soy "escuchador" de tertulias desde que Luis del Olmo las inventara hace ya más de veinte años.

Muchos de los "tertulianos" a los que oigo a diario los conozco personalmente desde hace más tiempo todavía. Y antes, por supuesto, del momento en que las tertulias comenzaron a reproducirse prácticamente por esporas. Intento ponerme en su lugar y creo que ni echándole la imprescindible dosis de valor, sería yo capaz de algo parecido a lo que hacen ellos. Quizás no sea difícil, pero creo que tiene mucho mérito.

Ser tertuliano consiste básicamente en opinar sobre la actualidad en un medio radiofónico o televisivo del mismo modo que lo harías con los amigos en el salón de tu casa o en el velador de una agradable cafetería.

Se trata de un cometido para el que no es preciso ser especialista. Basta con disponer de un bagaje y una experiencia profesionales que te permitan tener criterio para analizar las cosas que pasan y aplicarles tu óptica personal.

Es recomendable además poseer una cierta habilidad para el pugilato dialéctico. Para esa discrepancia que propicia la discusión con quien piensa diferente, y que mejora los sacrosantos "datos de audiencia" cuando se consigue crear la "tensión" necesaria para atrapar a quien escucha.

¿Dónde, a mi juicio, comienzan los "peros"?

Pues en que estas tertulias no son precisamente debates: los papeles, por lo general, están repartidos de antemano y no resulta difícil imaginar qué argumentos va a emplear cualquiera de las partes para defender el tema del que se trate.

Es cierto que en las tertulias de radio y televisión se suelen ofrecen pistas fiables y argumentos válidos, pero a mi siempre me ha parecido arriesgado atreverme a pontificar del "tema del día", el que la actualidad ponga en el candelero, porque tiendo a creer que necesito saber más de lo que sé para hacerlo de manera competente.

Reconozco que ser capaz de opinar sobre todo es una envidiable habilidad. Me parece bien, pero yo soy de los que piensa, quizás por exceso de pudor, que para hablar de un tema con la suficiente autoridad hay que estar lo más documentado posible.

¿Que si, a pesar de esto que digo, aceptaría yo alguna vez una propuesta para convertirme en "tertuliano"? Pues como todo, dependería de la necesidad que tuviera en ese momento del dinero que me ofrecieran.

J.T.

1 comentario:

Sonia Valls dijo...

En Sant Cugat, querido, las escuchábamos, a Luis y al añorado Ángel Casas, desde Sant Cugat les seguíamos.

Efectivamente, también creo que se necesita una pasta especial para Contertulio en eso de la Razón de lo Público (del alma salió asi, así escrito queda) que aúne saber y dialéctica: honestidad consigo mismo (con el prójimo -quien está y es próximo- va adjunto al valor).

Por supuesto que te acompaña la capacidad y la experiencia, compañero. Te espero raudo ahí, ya.