El jefe de prensa del opus dei en España me había invitado aquel día a merendar en su sede central de Madrid. Le pedí permiso a mi jefe Ramón Colom para aceptar la invitación y me lo concedió
- ¿A qué debo el honor?
- Nos gustaría conocerte, me dijo Luis Gordon. Estaban listas las pastas y el café y no tardé en saber de qué iba la cosa:
Había emitido Informe Semanal un reportaje firmado por mí sobre las finanzas del Vaticano en el que, según ellos, había algunas “inexactitudes” que querían puntualizarme.
Lo hicieron
Me puntualizaron y me “ficharon”. A partir de entonces, cada 24 de junio recibí puntualmente durante años una cariñosa felicitación. Por mi santo me felicitan mucho por teléfono y esemeese. Pero por carta lo que se dice carta con sello de correos incluido y cartero mediante, sólo me felicitan El Corte Inglés y el Opus Dei. Por mi santo y por navidad.
Cambiaba de trabajo y de ciudad y rápidamente tenía a alguien de la obra “preocupándose” por mí en el sitio donde me instalaba. Llegaron a invitarme a reuniones y a retiros a los que, lógicamente, asistí. Desde mi vocación de cotilla profesional, no me hubiera perdonado nunca haber desperdiciado oportunidades así.
No sé por qué perdí el contacto. O sí lo sé. En años posteriores a los de aquellas aventuras decidí bajarme de algunos trenes y prescindir de muchos oropeles entre los que, sin demasiada gana pero era un hecho, me había movido durante bastante tiempo.
Debí dejar de parecerles interesante. ¡Qué alivio!
J.T.
1 comentario:
En el gemelo de éste, pena no se puedan transbordar, dejé un parecer que complemento aquí dejando hablar a mis vísceras (nadie es perfecto, y menos yo, que represento la imperfección por la gracia de Dios):
Herodes se equivocó de tiempo y de objetivo?
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