miércoles, 11 de agosto de 2010

Merienda en la sede del opus


El jefe de prensa del opus dei en España me había invitado aquel día a merendar en su sede central de Madrid. Le pedí permiso a mi jefe Ramón Colom para aceptar la invitación y me lo concedió

- ¿A qué debo el honor?

- Nos gustaría conocerte, me dijo Luis Gordon. Estaban listas las pastas y el café y no tardé en saber de qué iba la cosa:

Había emitido Informe Semanal un reportaje firmado por mí sobre las finanzas del Vaticano en el que, según ellos, había algunas “inexactitudes” que querían puntualizarme.

Lo hicieron

Me puntualizaron y me “ficharon”. A partir de entonces, cada 24 de junio recibí puntualmente durante años una cariñosa felicitación. Por mi santo me felicitan mucho por teléfono y esemeese. Pero por carta lo que se dice carta con sello de correos incluido y cartero mediante, sólo me felicitan El Corte Inglés y el Opus Dei. Por mi santo y por navidad.

Cambiaba de trabajo y de ciudad y rápidamente tenía a alguien de la obra “preocupándose” por mí en el sitio donde me instalaba. Llegaron a invitarme a reuniones y a retiros a los que, lógicamente, asistí. Desde mi vocación de cotilla profesional, no me hubiera perdonado nunca haber desperdiciado oportunidades así.


No sé por qué perdí el contacto. O sí lo sé. En años posteriores a los de aquellas aventuras decidí bajarme de algunos trenes y prescindir de muchos oropeles entre los que, sin demasiada gana pero era un hecho, me había movido durante bastante tiempo.

Debí dejar de parecerles interesante. ¡Qué alivio!

J.T.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En el gemelo de éste, pena no se puedan transbordar, dejé un parecer que complemento aquí dejando hablar a mis vísceras (nadie es perfecto, y menos yo, que represento la imperfección por la gracia de Dios):

Herodes se equivocó de tiempo y de objetivo?