De vez en cuando nos toca darnos una vuelta por el Polo Químico de Huelva. Esta vez ha sido para compartir unas horas con José y sus 55 compañeros de trabajo. Están encerrados en Nilefós, la fábrica de fosfatos donde han acudido la mayor parte de su vida a ganarse el sueldo.
José y sus compañeros están encerrados procurando no gastar ni luz porque el empresario los ha dejado tirados. Desaparecido en combate, se ha marchado a su país y no quiere saber nada ni de la fábrica ni de los trabajadores.

He comprobado que hay en Huelva, y en más sitios, gente que se alegra porque vayan petando las empresas del Polo Químico. Así, dicen, Huelva dejará de ser la ciudad más contaminada y con mayor número de cánceres por habitante.
Controvertido dilema el que enfrenta intereses mediambientales y laborales. Los representantes sindicales de los comités de empresa de las fábricas del Polo Químico desmienten que sus actividades sean nocivas. Los ecologistas contratacan con mil argumentos relacionados con la salud y explicando que, por ejemplo, las balsas de fosfoyesos de la zona emiten radicación 27 veces por encima de lo permitido.
Un lío.
J.T.
1 comentario:
Triste modelo globalizador en el que tienes que encrucijar todo lo que merece la pena o ya te lo presentan encrucijado.
No sé si lo tiene igual o peor el Obama con su "ganado" republicano con la salud y el medio ambiente de allí, y de aquí.
Me pregunto porqué es tan difícil trabajar porque otro mundo mejor sea posible.
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